A esta altura, Ricardito Alfonsín se ha convertido en un ariete del cristinismo para dinamitar la unidad de Juntos por el Cambio. Mientras el Frente de Todos tiene una crisis monumental y su gobierno es el peor de la historia, el embajador en España declaró que “el radicalismo no tiene nada que ver con el pensamiento liberal del PRO”. Habló con una radio kirchnerista que, por supuesto, no le preguntó si el radicalismo tiene algo que ver con la mega corrupción de estado y con las relaciones carnales con los países que más violan los derechos humanos como Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Desde el privilegio de vivir en una mansión en Madrid con sueldos de alrededor de 20 mil dólares, Ricardito tiene la fe de los conversos y cada vez que puede demuestra que está al servicio del cristinismo. Salió a respaldar las críticas de Facundo Manes a Macri pero nadie le preguntó si está de acuerdo en poner a Macri al mismo nivel que Cristina como hizo el diputado médico.
En las redes hace tiempo que están muy enojados. Lo llaman “Ricarguito Alfombrín” y lo consideran un traidor al radicalismo. Sin que nadie le pidiera tanto, viene sobreactuando elogios al gobierno de los los Fernández. Y exigió que el radicalismo rompa Cambiemos. Tal vez quiere que, con la oposición dividida, “el Cristina eterna” sea una realidad.
No hay que olvidar que el lunes posterior a las elecciones dijo que “han obtenido apoyos mayoritarios las fuerzas neoliberales de la oposición”.
En su hilo de Twitter, agregó: “Pero no ocurrió lo que algunos temían y otros, la derecha neoliberal, ansiaba, un triunfo electoral que le permita a la oposición hacer lo que hasta ahora había hecho la COVID: bloquear o inmovilizar la acción del gobierno e impedir que se aplicara su plan económico y social.”
Hace casi once meses renunció al cargo el doctor Federico Polak, el segundo de la embajada. Argumentó que “no es ético percibir una remuneración sin ser útil al estado”. Trascendió que está muy disconforme con la tarea casi nula que lleva adelante Ricardo Alfonsín.
Es increíble que a esta altura, Alfonsín no registre que la hecatombe económica, la catástrofe sanitaria, la inmoralidad de las vacunas vip y de la búsqueda de impunidad para Cristina y su banda o la inseguridad galopante, es una consecuencia del gobierno de Alberto y Cristina que él representa y del partido que gobernó por más años la Argentina.
¿Qué le pasa a Ricardito? ¿Estará “percibiendo una remuneración sin ser útil al estado”, como dijo Polak.
Nadie sabe si le piden tanta subordinación y valor para defender a Cristina, o lo hace de puro sumiso a cambio del conchabo que le dieron como embajador en España.
En su momento, Ricardito, defendió a Aníbal Fernández en vivo y en directo en el canal de Cristóbal López donde es entrevistado con asiduidad. El colmo fue cuando dijo que Juntos por el Cambio “quiere que el gobierno haga las cosas mal y, si eso no ocurre, la inventan. Las marchas son por cualquier excusa pero en verdad, es que protestan porque perdieron las elecciones. El radicalismo y el Pro se disputan el liderazgo de la derecha”.
Increíble, pero cierto.
Ricardito presidió el radicalismo bonaerense durante diez años y tenían apenas 9 concejales en toda la provincia. Fracaso total. Después llegaron Daniel Salvador y Maxi Abad y hoy el radicalismo tiene 6 diputados nacionales, 19 legisladores provinciales, 31intendentes y 500 concejales. Un partido renovado generacionalmente que se puso de pie y es nuevamente competitivo.
La conducción de Ricardito llevaba al radicalismo a la extinción. Y tal vez ese es el mérito que le encuentran los cristinistas.
Se habrán dado cuenta que propongo que por ahora, en esta columna, lo llamemos simplemente, Ricardito. Así es conocido en el mundillo político. Ahora, su nueva jefa política es Cristina. ¿O alguien duda de eso? Semejante decisión levantó una gran polvareda y un debate muy caliente en su partido que como lema de Leandro Alem, supo tener aquello de que “se rompa pero que no se doble”. Eso habla de firmeza de las convicciones. De no transar con ladrones, populistas autoritarios ni golpistas.
La principal tarea de Ricardito es tirar centros para que cabecee Alberto. Algunos dicen que estaba buscando un trabajo, pero yo no lo creo. El tema que me parece grave es que Ricardito es el hijo de don Raúl Alfonsín y ese apellido, a esta altura de la historia, es un patrimonio de todos los argentinos. Salvo los extremistas que no quieren a nadie, la inmensa mayoría de nuestro pueblo tiene a Alfonsín en un pedestal porque representa cuestiones sagradas: es el padre de la democracia y la libertad recuperada después de la noche tenebrosa del terrorismo de estado y también, como la mayoría de su partido, expresa a quienes creen en la honradez, en las manos limpias y las uñas cortas, en la austeridad republicana y en el diálogo democrático que evite cualquier tipo de tiranías violentas. Eso representa ese apellido. Los valores de Alfonsín son casi la contra cara de los disvalores del cristinismo.
Cristina, sus hijos y su cartel de los pingüinos millonarios, en el mundo y, por lo menos para diez millones de argentinos, son sinónimo de cleptocracia y de la corrupción más colosal de la historia democrática, y de una apuesta al chavismo criollo, hegemónico y generador de la grieta más profunda que vivimos en este país después de la pelea entre los seguidores de Perón y sus opositores.
¿Es positivo para nuestro futuro político que alguien que tiene como apellido Alfonsín sea la cara ante España de los Lázaro Báez, los Cristóbal López, los José López, los Luis D’Elía, los Boudou y los Esteches.
¿Lo hizo por la patria? ¿O por un interés personal acomodaticio?
Entonces, ¿Por qué lo eligió Alberto? Por portación de apellido. Seamos sinceros. Si Ricardito se llamara Pérez, o González, hoy no sería embajador en España. El apellido Alfonsín, es un patrimonio de todos los argentinos. A esta altura define mucho más que una familia. Por suerte y a pesar de todo, el apellido Alfonsín, no se mancha.
Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre