Alberto Samid fue escrachado en un restaurante por violar la prisión domiciliaria

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Ocurrió en Ramos Mejía. El “rey de a carne”, condenado en una causa por evasión, fue echado del local cuando uno de los comensales lo reconoció. “Que se vaya, andate chorro, ladrón, mafioso”, le gritaban.


Alberto Samid, el empresario de la carne que arrastra una condena en una causa por evasión, protagonizó un escándalo al violar la prisión domiciliaria y terminar siendo echado de un restaurante por un grupo de comensales.

Quien se hacía llamar “rey de la carne” en los ’90, fue sentenciado a 4 años de prisión por integrar una asociación ilícita dedicada a evadir impuestos. Luego fue beneficiado con la prisión domiciliaria por problemas de salud, pero venía siendo cuestionado por sospechas de incumplimientos.

Este lunes, fue reconocido por varios comensales mientras almorzaba en un restaurante de la localidad de Ramos Mejía, en el partido de La Matanza. Estaba junto a otros dos hombres en una mesa del local “Paja Rota”, en Avenida de Mayo 836, de esa localidad del oeste bonaerense. Ante las protestas de dos clientas, Samid y sus dos acompañantes abandonaron el lugar, abucheados por otros comensales.

Samid fue investigado durante varios años por evasión. Finalmente, el Tribunal Oral Penal Económico 1 le otorgó en junio de 2019 la prisión domiciliaria por “problemas de salud”.

El escrache

El empresario estaba almorzando un bife con ensalada junto a dos acompañantes cuando dos mujeres se les acercaron y una de ellas empezó a filmarlo con la cámara de un teléfono celular. Una de las mujeres le empezó a preguntar al empresario de la carne si no debía estar en prisión domiciliaria y le pidió que le muestre la tobillera.

¿No tiene vergüenza de estar acá?”, lanzó. Samid nunca contestó y solo atinó a mirar un par de veces a la cámara e incluso se llevó un último bocado de carne antes de levantarse de la mesa.

Uno de los acompañantes del empresario le preguntó a las mujeres que realizaban el “escrache” si eran policías y una de ellas respondió: “A lo mejor sí”.

En un momento Samid se levantó de la silla y, sin decir palabra, comenzó a caminar lentamente rumbo a la puerta. Detrás de él lo siguieron sus dos acompañantes. En tanto, las dos mujeres levantaron la voz para advertir al resto de los comensales que Samid “tiene prisión domiciliaria”. Y enseguida ambas comenzaron a gritar “que se vaya, andate chorro, ladrón, mafioso. Andate mafioso. Por vos estamos así, por gente como ustedes”.