Alberto Fernández de Kirchner, una basura

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En junio del 2019 publiqué un libro titulado “Juicio y Castigo”, con la foto en de Cristina en la tapa. Ya pasaron 5 años y 3 meses y mi reclamo sigue siendo el mismo. En la bajada de la portada digo textualmente: “Alberto Presidente es menos de lo mismo. El autoritarismo K. La fractura social expuesta que resucitó el odio. Mega corrupción de estado y profanación de los derechos humanos”.

En la página 49 se puede repasar mi conclusión de lo que ya era Alberto Fernández de Kirchner en aquella época: una basura. Y me permito decirle basura porque es lo que Alberto le dijo “al amor de su vida”, según contó la misma Tamara Pettinato. Alberto le dijo “basura sexual” porque ella le había dicho que no sabía copular. Cuestiones de estado entre un presidente de la Nación en ejercicio y una mediocre panelista de radio que se auto percibe genial.

Pero vamos a lo más profundo. Esa es solo una anécdota pero que los define bastante a ambos. Yo creo que el eje de la información y de la opinión es otro. Por eso le digo Alberto Fernández de Kirchner. Porque el peor presidente de la historia democrática no nació de un repollo. Su matriz ideológica fue el peronismo y su cuna fue el kirchnerismo. Cristina, en su reciente declaración se quiso lavar las manos y hacernos creer que ella no tuvo nada que ver con haber designado a este energúmeno. Encima, su vocera en este tema, Mayra Mendoza, la intentó convertir en víctima al decir que ella también sufrió la violencia de Alberto. Es una mentira gigantesca como la Patagonia. Cristina no fue víctima de Alberto. Ella, él y Néstor Kirchner fueron los victimarios de la inmensa mayoría de los argentinos. Ese triángulo de las Bermudas por donde se hundió la Argentina es la línea fundadora y se selló cuando Cristina designó a Alberto.

Esa mesa política de tres era tan estrecha que un chiste de la época decía que si el matrimonio se divorciaba iban a tener que pelear por la tenencia de Alberto.

Hace 5 años y 3 meses yo escribí en aquel libro una radiografía de Alberto por la que muchos empresarios y periodistas me criticaron. Decían que me había ensañado. Que Alberto era otra cosa. Algunos decían que era moderado. Confundían moderación con falta de personalidad. Otros decían que iba a ser un estadista. Confundían sus deseos con una realidad que se veía muy claramente. Mis argumentos eran con datos que, insisto, no los dije en un café. Ahí están en el libro y es parte de mi orgullo como analista político. Yo decía en esa época que Alberto fue el jefe de gabinete de Néstor y después de Cristina. Fue el transmisor y muchas veces el ejecutor de las desmesuras y arbitrariedad autoritaria de ambos. Cuando los K apretaban e insultaban periodistas, Alberto era uno de los que iniciaba los ataques, con temibles llamados telefónicos a los dueños de los medios y también a los periodistas.

Después vino el Alberto del llano. En ese momento acusaba de todo a Cristina ante los oídos de los periodistas. Después se usaron mutuamente, volvieron a conversar y Alberto dijo exactamente lo que después fue: un presidente títere y temeroso de Cristina.

Alberto Fernández desfiló por todos los espacios. Fue duhaldista, y también massista y luego randazzista hasta que volvió al redil de Cristina y para justificar su panquequeada dijo que ahora había otra Cristina. Juró que Cristina ya no era perversa y vengativa. Que ahora había una nueva Heidi pingüina. Nunca le creí a ninguno de los dos. Ni a Alberto ni a Cristina.

Hoy Alberto es un esperpento patético que deambula por su propia indignidad.

“La última bestia sacrifical del progresismo argentino”, como escribió la genial Pola Oloixarac.

Alberto renunció a la presidencia del Partido Justicialista antes de que lo tiraran por la ventana. Con la estafa que hizo junto a su secretaria y el esposo en el tema de los seguros, metió en ese barro corrupto a su amigo Santiaguito Cafiero, a Gabriel Katopodis, a Agustín Rossi y a Sergio Massa. Todos fueron cómplices de su maniobra delictiva. Fue tan masiva y extendida la corrupción de los cuatro gobiernos kirchneristas que me pregunto si hubo alguien honesto. A esta altura, creo que todos robaron en su medida y armoniosamente. Protagonizaron la asociación ilícita que le produjo al estado el mayor robo de toda la historia democrática. Creo que no se salva nadie. Solamente nombrando a los condenados por la justicia la lista es muy extensa. Y va a crecer muchísimo ahora que los jueces se animan y no tienen la presión de los K.

Anote por favor, sin repetir y sin soplar: Cristina, Lázaro Báez, Amado Boudou, José López, Felisa Miceli, Luis D’Elía, Fernando Esteche, Alberto Samid, Julio de Vido, Ricardo Jaime, Milagro Sala, Ricardo Echegaray, José Alperovich, Romina Picolotti, Guillermo Moreno, Sergio Urribarri y me olvido de alguno. Solo condenados. Porque investigados hay muchos más y se viene una lista nueva porque en cada ministerio metieron la mano en la lata: teléfono para Emilio Pérsico y Martín Insaurralde, entre otros.

Por lo tanto, repito de que le dije de Alberto. Hay una matriz, hay una impunidad y una complicidad que permite y alienta a que todos roben. Si el peronismo quiere resurgir y renovarse debería tener en cuenta que debe extirpar a los ladrones y a los violadores o acosadores: teléfono para Fernando Espinoza, Pedro Brieguer y Ezequiel Guazzora.

Cristina y sus cómplices han profanado todas las banderas. Les pusieron camisetas partidaria y dinero a los organismos de los derechos humanos y los destruyeron. Hoy no tienen prestigio ni demasiados seguidores. Pero algunos van a tener que dar explicaciones a la justicia.

Hicieron lo mismo con el tema de la lucha contra la violencia de género. Lo utilizaron para cooptar la conducción de varios movimientos y los redujeron a un grupito sectario que les hizo perder capacidad de representación y movilización. Jamás levantaron levantaron la voz contra ninguno de sus compañeros que acosaron y/o violaron.

Hubo dirigentes de La Cámpora que cometieron esos mismos delitos. Y mientras tanto levantaron el delito fingiendo una superioridad moral que era solo una farsa. Dime de lo que alardeas y te diré de lo que careces. Alberto diciendo que fue el primer presidente feminista, el que iba a terminar con al patriarcado y otras boludeces por el estilo, hoy es una marioneta descascarada despreciada hasta por sus compañeros de ruta. Cínico, hipócrita, inútil, mentiroso e incapaz ejercía una violencia repugnante contra su esposa y baboso, patético, sometía a algunas mujeres a la prostitución en Olivos y en la Casa Rosada.

Lo que se dice, la suma de todos los males. Su amigo Luis D’Elia le recomendó que se suicidara y por eso le hicieron una denuncia como corresponde. Y Alberto le pidió que por lo menos lo escuchara antes de que se pegara un tiro. Lo dijo Alberto, aunque parezca mentira. Fabiola aseguró que siempre lo amenazaba con suicidarse. De todos modos, los pocos que aún lo quieren a Alberto no deberían preocuparse. Lo dice el tango y el Polaco con toda crueldad: estas desorientado y no sabés/ que trole hay que tomar para seguir/ Por eso en total fracaso de vivir, Ni el tiro del final te va a salir.