Aníbal Troilo y Cátulo Castillo unieron sus talentos en un tango maravilloso, titulado: “Desencuentro”. Parece una crónica de este desgobierno de los Fernández pero, especialmente, de Alberto, el presidente formal. “Estás desorientado y no sabés/ que trole hay que tomar para seguir/ y en ese desencuentro con la fe / querés cruzar el mar y no podés.
Los trascendidos dicen que sí, pero el jefe de estado todavía no anunció oficialmente si va a participar o no a la Cumbre de las Américas que organiza Joe Biden en Los Angeles. Faltan 6 días y Alberto duda entre pegar el faltazo o concurrir y convertirse en el abogado defensor de las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Cualquier presidente razonable y en uso de sus facultades mentales, buscaría la manera de utilizar esa cumbre para encontrar nuevos mecanismos de colaboración entre todos los países. Ahora, que la pandemia no termina de irse, ahora que la invasión de Rusia sigue sin piedad, sería el momento ideal para fortalecer esa red de cooperación. Ante la profundización de la crisis económica que se viene, se impone potenciar la ayuda mutua entre las naciones de la región para exportar alimentos y energía. Pero ese sentido común que multiplicaría el crecimiento argentino, no existe en la cabeza de un presidente que parece el personaje tanguero de Cátulo: “La araña que salvaste te picó, ¿Qué vas a hacer? Por eso en tu total, fracaso de vivir/ Ni el tiro del final te va a salir”.
Un dinosaurio que hundió a Venezuela en el peor de los mundos como Nicolás Maduro, a través de un tuit, comprometió a Alberto Fernández a ser la voz de las tiranías de la región en la reunión de Biden.
Cuba y Nicaragua esperan lo mismo. Parece que no le alcanzó al presidente con el papelón internacional de haberse ofrecido con Vladimir Putin para ser la puerta de ingreso de ese criminal de guerra a esta región. Esa genuflexión, de relaciones carnales con uno de los hombres más repudiados del mundo, dejó a Alberto con un pié afuera del mundo democrático.
Pero, el hombre, insiste. Todos los días se cruza con un papelón y se lo pone de sombrero. Si decide no ir a la cumbre, se queda del lado de los países que más violan los derechos humanos y las reglas de la institucionalidad republicana. Y si concurre a Los Ángeles y utiliza su discurso para justificar su respaldo a Maduro, Díaz Canel y Ortega, directamente se transforma en su cómplice. A esos lugares sin retorno nos lleva la mixtura entre mala praxis e disfraz ideológico.
A esta altura ya no interesa si Alberto comete tantos errores no forzados para agradar a Cristina o porque quiere ser mas kirchnerista que Cristina. Pero como está desorientado y no sabe que trole hay que tomar, hace trascender iniciativas no confirmadas que luego fracasan. Quiso imitar a Néstor Kirchner cuando, con Hugo Chávez, hicieron la Contra cumbre en Mar del Plata y el venezolano mandó “Al carajo” al ALCA, que impulsaban los Estados Unidos.
Pero ni el tiro del final le salió. Ni su presunto amigo Andrés López Obrador, se subió a ese barco sin timón. México avisó que no irá a ninguna cumbre. Ni a la de Biden ni a la reunión nonata de Alberto. La idea, entonces, se cayó a pedazos y tuvieron que salir rápidamente a desmentir a los periodistas que ellos mismos habían alimentado con off the records que, muchas veces, suelen ser globos de ensayo.
El intento de imitar a Néstor Kirchner armando una contra cumbre, fracasó rotundamente. Como la inmensa mayoría de las iniciativas del gobierno. Por algo padece tanta imagen negativa en las encuestas y Cristina se repliega porque está convencida que van a perder las próximas elecciones. Una vez más, Alberto quedó colgando del pincel.
Así estamos hoy. No hay contra cumbre. No se sabe si Alberto va a ir a la cumbre. Y se espera que si va, condene fuertemente a los Estados Unidos por excluir o discriminar a los tres países que integran el eje del mal ejemplo antidemocrático que tiene presos políticos, tortura, censura y reprime ferozmente cualquier protesta popular.
Cuba no sabe cómo sofocar a los jóvenes que repudian al régimen castrista que solo produce miseria y persecución. Patria y Vida es uno de sus himnos.
Hasta socialistas como Michelle Bachellet han denunciado la crueldad de la narco dictadura de Venezuela. Solo generan asesinatos y millones que marchan al exilio.
Nicaragua directamente es una caricatura de un gobierno de mafiosos y hampones. Daniel Ortega se convirtió en lo que combatió: el dictador Anastasio Somoza. Ya clausuró a 229 organizaciones no gubernamentales, incluso la Academia Nicaraguense de Lengua que tiene personería jurídica desde hace 94 años. Hasta el ex comandante sandinista y actual escritor, Sergio Ramírez fue amenazado por Ortega por denunciar la dictadura que gana elecciones porque mete presos a todos los opositores que compiten.
La Asociación Internacional de Radiodifusión acaba de expresar su “enérgica condena” a la persecución del periodismo. La entidad nuclea a 17 mil empresas de radio y televisión.
El ex presidente Mauricio Macri calificó de “marracho” la política exterior del actual gobierno. En el programa de José del Rio, Macri, agregó que Alberto “no sabe diferenciar bloque de embargo que es lo que realmente existe con estos países”.
En el ADN del cristinismo chavista está el delirio de premiar delincuentes y victimarios y de castigar a las víctimas. Todo lo contrario de lo que significa defender la ley y los derechos humanos. Siempre apelan a ese dogma jurásico de ponerse del lado del mal. Cristina lo hizo. Alberto lo continúa.
Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre