Tal vez en ese momento, con la voz quebrada, casi llorando, Cristina comprendió que, irremediablemente, su destino era la cárcel. Quiso remedar a Fidel Castro, al que tampoco lo absolvió la historia. Pero la única verdad es la realidad que el valiente fiscal Diego Luciani pronunció con firmeza.
La Corte Suprema rechazó el recurso de queja de Cristina y puso todo en orden para que, ya condenada en dos instancias, sea detenida por corrupta. Por ladrona de estado. Es un día histórico por donde se lo mire. Porque pronto veremos a la primera dos veces presidenta democrática en prisión domiciliaria, con una tobillera electrónica y con la prohibición de por vida de ejercer cargos públicos. Esta situación abre la puerta y acelera otras causas, todas vinculadas a la cleptocracia y a la asociación ilícita que encabezó una vez que murió su esposo Néstor Kirchner. Hablo de la Ruta del dinero K, Hotesur y los Sauces y la más grave de todas, los cuadernos de las coimas K.
Cristina jamás dijo que era inocente. Siempre denunció persecución y proscripción. Un ataque de los grandes medios de comunicación de la Argentina en complicidad con el macrismo. Pero hay decenas de pruebas documentales, arrepentidos que confesaron todo con lujo de detalles e indicios de todo tipo que demuestran que Cristina y el Cartel de los Pingüinos Millonarios se enriquecieron ilegalmente como nunca nadie lo hizo en la Argentina. Muchos de sus amigos y funcionarios se convirtieron en magnates de la noche a la mañana. Hasta sus secretarios privados, Daniel Muñoz y Fabián Gutiérrez, murieron nadando en dinero sucio y ajeno.
¿Era plata de Néstor y Cristina y ellos se la robaron por aquello de que el que roba a un ladrón tiene 100 años de perdón? ¿O eran testaferros que le ayudaban a esconder las fortunas que robaron y que luego tenían que devolverle? Lo mismo corre para Lázaro Báez y el resto de la banda criminal.
Fue un plan sistemático para robarle el futuro al pueblo pobre de la patria. Fue una cleptocracia hecha y derecha.
Por eso la decisión de la Corte es una bisagra y pone fin a la era K. Reformatea el sistema político y deja a los miembros del máximo tribunal en la vereda del sol. Porque tuvieron el coraje necesario de decir: “el que las hace las paga. Basta de impunidad”. Una mueca del destino. La causa Vialidad pasó por más de 20 jueces y fiscales, muchos designados por los Kirchner. El presidente de la Corte, el doctor Horacio Rosatti fue intendente en Santa Fé por el peronismo. Hasta fue ministro de Justicia de Néstor, pero huyó del cargo cuando vio el nivel de coimas que iban y venían en la construcción de cárceles. Dijo: “No” y se fue del gobierno. Eso habla de su transparencia y su dignidad que hoy confirmó.
En cualquier país del mundo sería razonable lo que pasó. Una presidenta ladrona, debe ir presa. Y encima quien fuera su vicepresidente, Amado Boudou, también fue otro condenado por corrupción que pagó su pena tras las rejas. La fórmula completa nos metió la mano en el bolsillo a todos los argentinos. Repugna la conciencia ciudadana.
Los más fanáticos de sus seguidores están diciendo barbaridades peligrosas. Juan Grabois escribió en las redes que esto quiebra el estado de derecho, instala un estado de sitio y produce una ruptura del orden constitucional y una virtual dictadura”.
Digo que son peligrosos estos salvajes porque son adoradores de dictadores como Fidel Castro o Hugo Chávez y porque en su momento prometían sangre en las calles. Ojo con los que quieran justificar sus acciones violentas porque ya no hay democracia.
Otro chupamedia como Víctor Hugo Inmorales comparó a los jueces de la Corte con Fernando Sabag Montiel el lumpen que intentó asesinar a Cristina. ¿No será mucho, relator del relato? No le piden tanto.
La Confederación General del Trabajo empujada por los gremios más obsecuentes emitió un vergonzoso comunicado titulado: “La democracia está en peligro”.
Como siempre defienden sus privilegios y curros de patoteros y extorsionadores, la pifiaron de acá a la luna. La decisión de la Corte asegura todo lo contrario: la democracia está consolidada. Nadie tiene coronita. Ningún malandra debe ser impune. Eso se llama: igualdad ante la ley. No se entiende que los gremios hagan paro para defender a una ladrona en nombre del peronismo. ¿Todos los mecánicos, los ferroviarios, todos los bancarios son cristinistas. ¿Ninguno cree que Cristina se robó todo? Los cortes a los accesos a la ciudad son delitos que esperemos duren poco tiempo. Castigan a toda la sociedad y producen más pobreza. Como decía Cristina, los kirchneristas desilusionados van a tener que formar un partido y ganar las elecciones. Porque más temprano que tarde el peronismo racional se va a correr del escenario, le va a dar la espalda y va a extirpar del partido a los vagos y ñoquis de La Cámpora. Cristina ya no puede ser candidata. Tendrán que buscar otro liderazgo y muchos peronistas, por lo bajo celebran esa posibilidad aunque en público, la defiendan.
Hace un par de horas, Cristina, acompañada solamente por dos Kirchner, Alicia, la hermana de Néstor y Máximo el príncipe heredero, calificó a la Corte y al presidente Milei de “Monigotes” que reciben órdenes del poder económico concentrado.
Dijo que la paradoja es que los Sturzenegger, los Caputo y los Macri están en el gobierno y andan libre por la calle con todo lo que hicieron y ella tiene que ir presa. “Es que nunca nos van a perdonar la distribución del ingreso”, se justificó. En eso hay que decir que Cristina cumplió: distribuyó el ingreso entre ellos. Es difícil encontrar un funcionario que no se haya enriquecido. Hasta el torpe Jose Ottavis, que asegura ser la reencarnación de Jesús, multiplicó sus panes, sus peces y sus dólares sucios en Corrientes.
La condenada aseguró que no se va a “atrincherar porque los peronistas no se profugan. Ponemos el cuerpo y la cara”. “Los peronistas no somos mafia”. Atribuyó esa especulación a periodistas “ensobrados de la derecha”, porque en algunas cosas “el hombre tiene razón” en referencia al presidente Javier Milei.
Cristina superó el récord de mentiras y cinismo cuando vomitó que “estar presa es un certificado de dignidad”.
Se cree sus propias mentiras. Estar preso, es digno cuando se enfrenta las dictaduras militares para recuperar la democracia, cosa que ella no hizo. Pero estar presa por mega corrupta, investigada y condenada durante gobiernos democráticos y con división de poderes, es un certificado de humillación. La historia dirá que la primera mujer que fue electa y reelecta presidenta, finalmente terminó su carrera como una delincuente despreciable. Ni la justicia ni la historia la absolvieron.
Editorial de Alfredo Leuco en El diario de Leuco