Silvia Lospennato encabezará la lista de legisladores en una elección marcada por estrategias cruzadas, temores internos, acusaciones de traición y un tablero complejo donde se miden el kirchnerismo, Larreta y La Libertad Avanza, que apuesta por Manuel Adorni.
Con la elección porteña cada vez más cerca, el PRO apura su estrategia electoral para conservar poder en su bastión histórico. El mensaje de campaña deja claro que “el candidato es el equipo”, apelando a una narrativa simbólica que recuerda al kirchnerismo de 2015. Pero en este caso, el mensaje va más allá: apunta contra el kirchnerismo como enemigo común, pero también cuestiona los movimientos de los libertarios, particularmente los de Karina Milei, a quien acusan de favorecer indirectamente a ese espacio.
La decisión de La Libertad Avanza de postular al vocero presidencial, Manuel Adorni, aceleró los tiempos en el PRO, que ya definió a la diputada nacional Silvia Lospennato como cabeza de lista. Su designación, bendecida por Mauricio Macri, refuerza el perfil institucional del armado, mientras las negociaciones internas se intensifican. En paralelo, se suman nombres con peso político como Fernán Quirós, Waldo Wolff, Hernán Lombardi y Laura Alonso, en una mezcla de experiencia y renovación que busca blindar el control legislativo del oficialismo local.
En la interna, María Eugenia Vidal desestimó competir, aunque su rol en la estrategia general sigue siendo clave. El PRO enfrenta una paradoja: en Nación es socio casi natural de Milei, pero en la Ciudad hay ruptura total. Desde el entorno de Vidal y Jorge Macri, responsabilizan a Karina Milei por bloquear cualquier acuerdo. “Confundió al enemigo, no es el PRO, es el kirchnerismo”, repiten en campaña. Para el macrismo, competir divididos es facilitarle el terreno a Leandro Santoro.
El escenario de tercios que se proyecta preocupa al PRO. Con el kirchnerismo, los libertarios y el oficialismo porteño divididos por apenas 4 o 5 puntos, una derrota no está descartada. En ese mapa, figuras como Horacio Rodríguez Larreta y Ramiro Marra también operan como focos de dispersión del voto tradicional del macrismo, sumando tensión a una elección que podría redefinir el futuro del partido en su territorio insignia.
En ese contexto, la figura de Jorge Macri aparece como eje de la campaña. El jefe de Gobierno necesita engrosar su bloque en la Legislatura para garantizar gobernabilidad en la segunda mitad de su mandato. Los comicios del 18 de mayo no solo pondrán en juego bancas legislativas, sino también la autoridad política de Macri en la Ciudad, con impacto directo en la proyección nacional del PRO.
El PRO busca posicionarse como el único espacio capaz de “frenar al kirchnerismo y a los extremos”, en alusión a LLA. Pero la fragmentación del espacio opositor y las acusaciones cruzadas con los libertarios configuran una campaña tensa, impredecible, y cargada de simbolismo. En juego no solo está el control de la Legislatura porteña, sino también el liderazgo de la oposición en tiempos de polarización volátil.
Por Luciano Datsira