Cristina condenada, chabacana y asustada

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Cristina protagonizó uno de los hechos más autoritarios y vengativos contra Mauricio Macri el día en que se negó a entregarle los atributos de mando. El ingeniero había ganado las elecciones en buena ley y en forma transparente. Pero el odio de mala perdedora era tan grande que Cristina, buscó cualquier excusa caprichosa para no cumplir con ese rito de transición republicana. En su libro “Sinceramente” explicó que no quiso mostrarse en un acto de rendición. Escribió textualmente: “Todo Cambiemos quería esa foto mía entregándole el mando a Macri porque no era cualquier otro presidente. Era Cristina, era la ‘yegua’, la soberbia, la autoritaria, la populista en un acto de rendición.” Eso obligó a una situación absolutamente insólita e inédita en democracia porque fue Federico Pinedo el que le tuvo que poner la banda presidencial a Macri.

Después aparecieron más actitudes de resentimiento y desprecio. Una de las más recordadas fue la cara de asco que puso mientras le daba la mano a Macri el día de la Asamblea Legislativa cuando asumió como presidente Alberto Fernández. Esa foto define mucho la condición humana de cada uno.

Mientras desde las bandejas del recinto se cantaba la marcha peronista, Cristina tenía a su lado a quienes tampoco podía ver antes ni puede ver ahora: Alberto y Sergio Massa. En una feria del libro en Cuba, frente al dictador Miguel Díaz Canel que se mataba de risa, Cristina explicó que esa cara de repugnancia “le salió” y confesó que pensó directamente en no darle la mano. No soy hipócrita y no puedo fingir”, dijo como si su rechazo fuera un gesto revolucionario.

En su obsesión contra Macri, Cristina emitió dos tuits en las últimas horas. En el primero, utilizó un lenguaje adolescente y provocador. Se preguntó si el ex presidente la estaba jodiendo y le dijo “si al FMI lo trajiste vos, papi”. Y le ordenó que “alguna vez se hiciera cargo de algo”.

Una de las formas del análisis es pensar que hubiera ocurrido si el emisor y el destinatario de ese texto hubieran sido al revés. ¿Se imaginan lo que hubiera ocurrido si Macri le hubiese escrito un tuit a Cristina diciendo: “Me estás jodiendo. Si la condenada por la justicia a 6 años de cárcel por corrupción, sos vos, Mami. Hacete cargo de algo alguna vez en tu vida”. ¿Se imaginan? Macri preguntando si Cristina lo estaba jodiendo y llamándola “Mami”. El colectivo de mujeres cristinistas lo hubiera acusado, por lo menos, de Machirulo, y de utilizar un discurso de odio contra una mujer.

Pero naturalizamos que Cristina puede hacer y decir cualquier cosa. Macri por el contrario le contestó con respeto y con altura. Le reclamó que fuera más seria y que no fuera tan chabacana. Le recuerdo que los sinónimos de chabacana son ordinaria, vulgar, soez, grosera y burda.

En su segundo tuit, fue más a fondo y acusó a Macri de que “más mafioso no se consigue”. Según ella, una sugerencia al senador y actual gobernador electo de Río Negro para que no de quorum en la sesión que la vice quiere colocar 93 jueces y fiscales adictos, era una extorsión y una amenaza. Y agregó que el jefe del principal partido antiperonista les pide a dos senadores peronistas que no den quorum impidiendo el normal funcionamiento del Senado.

Una simple reflexión política de Macri fue interpretada por Cristina forzadamente como un apriete a los legisladores de Jujuy, Entre Ríos y Rio Negro. En realidad fue ella, en charla con su mayordomo Oscar Parrilitudo, la que le pidió que saliera a apretar a los jueces. No me lo contó nadie. Ella misma lo exige en una escucha telefónica ordenada por la justicia.

La realidad indica que Cristina está asustada porque no puede voltear la causa de los cuadernos de las coimas K que está repleta de pruebas, documentos y testimonios de arrepentidos y porque avanza la causa Hotesur-Los Sauces donde ella y sus hijos, Máximo y Florencia están acusados de lavado de dinero. Ese es el motivo de su desesperación para extender por cinco años el acuerdo para la jueza Ana María Figueroa que hoy debía jubilarse al cumplir los 75 años. La magistrada, que por sus fallos parece una militante camporista, está atrincherada en su cargo y pretende quedarse de prepo aunque no pueda hacer su tarea que consiste en dictar fallos y firmar sentencias. Para Cristina y la doctora Figueroa todo vale, incluso jugar por afuera del sistema republicano y no respetar leyes ni la Constitución Nacional.

Por eso digo que Cristina es chabacana, y está condenada y asustada. Pero en el rubro de los insultos es una campeona y casi no tiene competencia en la política argentina.

Todos recuerdan porque fue un hit cuando trató una y otra vez de pelotudo a Oscar Parrilli.

O cuando dijo que los del Partido Justicialista con Gioja a la cabeza debían suturarse ahí donde la espalda cambia de nombre. ¿Se acuerda?

Ni hablar de ese ataque doble a Sergio Massa y Margarita Stolbizer cuando los acusa de ser hijos de mala madre y reclama que los emboquen.

No tenemos los audios pero varios de sus interlocutores habituales se divierten contando los agravios que le prodiga todo el tiempo a Alberto Fernández donde incluye uno sobre cierta característica sexual del presidente decorativo que, por decoro, no voy a mencionar.

Podríamos hacer un programa especial con las groserías de Cristina. De su boca sucia. De los millones de dólares sucios de la corrupción y de la banda de delincuentes pingüinos millonarios que ella lideró. Cristina está en el peor momento de su vida política. Parece que no va a estar en el acto de cierre de Sergio Massa. Sospecha que puede sufrir una paliza electoral histórica y no quiere estar cerca para que no la involucren a ella. De nada vale que corra, el incendio va con ella.  

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre