El mandatario republicano describió la operación como un golpe directo a la capacidad del régimen de Teherán de continuar desarrollando tecnología atómica con fines militares.
Donald Trump aseguró que el reciente bombardeo estadounidense sobre Irán destruyó por completo infraestructuras clave del programa nuclear persa. Desde su red Truth Social, el presidente de Estados Unidos celebró el ataque como un “daño monumental” e “impacto total en el blanco”. Según detalló, las principales afectaciones se produjeron en instalaciones subterráneas fuertemente protegidas, donde Irán presuntamente almacenaba componentes sensibles para el desarrollo atómico con fines militares.
El objetivo de la operación fue golpear el corazón técnico del aparato nuclear iraní, que desde hace años es objeto de preocupación por parte de la comunidad internacional. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirmó que hubo daños significativos, especialmente en el complejo de Isfahán, ya atacado previamente por Israel. “Hemos verificado amplios daños”, afirmó Rafael Grossi, director del organismo, al tiempo que pidió retomar el diálogo diplomático para evitar una escalada mayor.
Como represalia, Irán disparó 40 misiles contra territorio israelí y advirtió a Washington sobre “consecuencias duraderas”. Un asesor del ayatolá Ali Khamenei declaró que las bases militares estadounidenses en Medio Oriente son ahora “objetivos legítimos”. Desde la Casa Blanca, Trump respondió con una advertencia severa: cualquier ataque contra Estados Unidos será contestado con “una fuerza abrumadora”. El conflicto, que ya era regional, corre el riesgo de globalizarse.
Frente al deterioro de la seguridad, el Departamento de Estado ordenó la evacuación parcial de su embajada en Líbano y emitió alertas en Turquía y Arabia Saudita. También se recomendó a los ciudadanos estadounidenses que permanezcan preparados para posibles evacuaciones aéreas. La embajada en Irak había iniciado su repliegue un día antes del comienzo de los bombardeos israelíes, mientras que la misión en Jerusalén permanecía cerrada por precaución.
El OIEA recordó que el programa nuclear iraní incluye alrededor de 400 kilos de uranio altamente enriquecido, una cifra que mantiene en vilo a varios gobiernos. Grossi insistió en que es “crucial retomar las tareas de verificación” para evitar que el material sea desviado a usos no pacíficos. La incertidumbre sobre el estado de esas reservas se suma a la tensión creciente por la posibilidad de un cierre del Estrecho de Ormuz, que se debate en paralelo en Teherán.
Con esta ofensiva, Estados Unidos pasó de la contención a la acción directa, endureciendo su postura en una región marcada por alianzas cruzadas, amenazas y represalias. El ataque representa un giro en la política exterior de Trump, que hasta ahora había privilegiado el apoyo a Israel sin atacar directamente territorio iraní. Ahora, la pregunta que se impone es si este paso acelerará el conflicto o abrirá espacio —bajo presión— a una nueva ronda diplomática.