Máximo y Massa, la alianza de los muertos vivientes

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El hijo de la condenada por corrupción y el ministro de Economía que hundió al país ratifican su alianza en vistas a las elecciones bonaerenses y nacionales de octubre. Kicillof, espera.


El peronismo entró en la recta final de sus negociaciones para definir las candidaturas de cara a las elecciones bonaerenses de septiembre y las nacionales de octubre. En el centro del armado reaparece una sociedad política que ya le hizo demasiado daño al país: Máximo Kirchner, el heredero político de Cristina Fernández, y Sergio Massa, uno de los principales responsables del desastre económico que dejó al país al borde del abismo. Ambos consolidan su alianza bajo un posible sello directo: “Peronismo”.

Massa, que volvió a las filas del Partido Justicialista tras la proscripción judicial de Cristina Kirchner, aparece nuevamente como una figura clave del armado electoral. Es paradójico que, a pesar de su gestión fallida como ministro de Economía, conserve poder de negociación dentro del partido que dejó al país con inflación descontrolada, reservas vacías y una derrota aplastante frente a Javier Milei. Sin autocrítica y con complicidades, Massa vuelve a sentarse en la mesa donde se decide el futuro del peronismo.

La alianza con Máximo Kirchner no es nueva: ambos vienen tejiendo acuerdos desde 2019, año en que lograron unir al peronismo para enfrentar a Mauricio Macri. Lo que sí es nuevo es el nivel de negación y cinismo con el que intentan justificar los fracasos del pasado reciente. Massa habla de sequías, guerras y pandemias. Máximo lo respalda, lo repite, lo protege. Como si los argentinos no hubieran sufrido en carne propia el colapso provocado por esa gestión conjunta.

El kirchnerismo y el massismo ya funcionan como un solo bloque, que busca presentar una lista común con apoyo de Cristina Fernández de Kirchner. Sin embargo, Axel Kicillof —otro cuadro surgido de la lógica camporista— juega su propia partida, con el respaldo de unos 40 intendentes. Aunque también responde a Cristina, busca negociar desde otro lugar, sin quedar atado a los dos nombres más desgastados del espacio.

El núcleo duro del peronismo militante, representado por sectores como el de Juan Grabois, también cuestiona esta sociedad. Desde Patria Grande señalan a Massa y Máximo como corresponsables del derrumbe del gobierno anterior. Lo curioso es que, pese a las diferencias ideológicas, todos los sectores siguen orbitando alrededor de una conducción que se niega a ceder espacio, a renovar nombres o a rendir cuentas.

En este contexto, las reuniones en la sede de Matheu 130 se intensifican. Massa y Máximo buscan cerrar candidaturas y repartos de poder mientras aún suena el eco de la derrota de 2023. Lejos de asumir errores, su única estrategia parece ser sostenerse entre ellos, blindados por la falta de alternativas internas fuertes. Kicillof, por su parte, espera que ese armado se consolide para negociar desde afuera, pero dentro de los mismos márgenes conocidos.

Lo más inquietante es que, en plena crisis de representación y con la economía aún en emergencia, los protagonistas del naufragio peronista no solo no se retiran, sino que se preparan para volver. Lo hacen con la misma retórica vacía, los mismos rostros de siempre y bajo un nombre que no oculta su verdadera intención: “Peronismo”, así, sin adjetivos ni autocrítica. Como si no hubieran aprendido nada.