El Gobierno de Javier Milei festejó por los resultados en Chaco y las capitales de Salta y Jujuy. Ganaron los cuatro gobernadores aliados de Nación, mientras que el peronismo, alineado con Cristina Kirchner, sumó duras derrotas. El PRO, desaparecido.
El clima de euforia que reinó en la Casa Rosada tras el “superdomingo” electoral tuvo su postal en una frase ya clásica de Javier Milei: “¡Viva la libertad, carajo!”, acompañada por una foto de Emilia Orozco, protagonista del inesperado triunfo libertario en la ciudad de Salta. No fue un caso aislado: La Libertad Avanza también celebró en San Salvador de Jujuy y, en alianza con el gobernador Leandro Zdero, sumó otro éxito en la provincia del Chaco.
El oficialismo nacional no tenía candidatos propios en juego, pero aprovechó la jornada para sumar victorias de aliados. En total, se votó en cuatro provincias donde los gobernadores –Zdero, Gustavo Sáenz, Carlos Sadir y Claudio Poggi– mantienen buena sintonía con la gestión de Milei. Fue una jornada que expuso las fisuras del kirchnerismo, y confirmó la consolidación de los libertarios en varios centros urbanos del interior.
El golpe más simbólico fue en Salta capital, donde Sáenz ganó en la provincia, pero perdió en ese bastión a manos de Orozco. Allí jugó fuerte el círculo libertario más cercano a Santiago Caputo, con nombres como Daniel “El Gordo Dan” Parisini, Agustín Romo e Iñaki Gutiérrez haciendo campaña. Fue un triunfo quirúrgico, planeado y ejecutado para mostrar fuerza en el norte argentino.
En Chaco, el resultado fue más previsible, pero no menos significativo. Con el sello de “Chaco Puede Más”, el radical Zdero ganó acompañado por La Libertad Avanza, derrotando por segunda vez consecutiva a Jorge Capitanich. La estrategia electoral llevada adelante por Karina Milei y Eduardo “Lule” Menem muestra una táctica distinta a la de Caputo, más basada en alianzas pragmáticas que en desembarcos puros.
En Jujuy, los libertarios celebraron una buena elección en la capital provincial, donde entraron concejales gracias a la fragmentación del oficialismo. Aunque no fueron primera fuerza, sumaron presencia institucional. “Hay que presentar candidatos donde se puede ganar, y acordar donde hay sintonía”, explicaron desde el oficialismo, satisfechos con la performance en plazas clave como Rosario, Salta y Jujuy.
Los analistas coinciden en que el gran ganador de la jornada fue el oficialismo provincial. Para Federico Aurelio (Aresco), “cuando las elecciones se desdoblan, los votantes diferencian lo nacional de lo local”. En ese marco, La Libertad Avanza logró instalarse como única fuerza nacional con buen rendimiento, mientras el PRO de Mauricio Macri y el kirchnerismo quedaron diluidos.
Para Facundo Nejamkis, de Opina Argentina, el gran perdedor fue “el peronismo en su versión kirchnerista”, que quedó muy debilitado en Chaco, Salta y Jujuy. A su juicio, “los sistemas provinciales funcionan cada vez más desenganchados de la política nacional”, y las alianzas locales pesan más que las identidades partidarias tradicionales. Gustavo Córdoba (Zuban Córdoba) fue más categórico: “El gran perdedor fue el sistema político, con niveles de abstención preocupantes y desafección general”.
La lectura final dejó varias certezas. El kirchnerismo perdió centralidad incluso en territorios donde supo ser fuerte. La izquierda, que alguna vez rozó el 25% en Jujuy, no logró sostenerse. Y el PRO quedó fuera de juego. La Libertad Avanza, en cambio, consolidó su presencia legislativa en provincias donde antes era marginal. Mientras el mapa político se reconfigura, los libertarios siguen construyendo poder desde las provincias hacia el centro.