Es verdad que sopla una brisa de esperanza. Desde el 7 de octubre de 2023, nunca se estuvo tan cerca de lograr un acuerdo de paz. El plan de Donald Trump para terminar con la guerra fue inmediatamente apoyado por Israel, gran parte de la Unión Europea y por poderosos países árabes como Arabia Saudita, Emiratos, Jordania, Egipto y hasta Turquía. La avanzada militar israelí sobre la ciudad de Gaza y esta presión exterior están empujando a los criminales de Hamás a ceder y estudiar seriamente la posibilidad de liberar en los próximos días a los 48 rehenes, 28 de los cuales están muertos y 20 a punto de morir, entre los cuales están cuatro argentinos.
Por ahora, solo es esperanza. Si los cautivos vuelven con sus familias, se consolidará el cese del fuego. De hecho las Fuerzas de Defensa de Israel, como signo de buena voluntad, ya detuvieron sus ataques y están en posición y alerta solamente defensivas.
Pero hay que ser prudentes porque la organización terrorista Hamas declara en su carta fundacional que tiene como objetivo el exterminio de los judíos y la destrucción del estado de Israel. Cuando vomitan la consigna: “Del río al mar” están diciendo que, desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo, no van a permitir la existencia de ningún judío. Eso solo los coloca en el mismo lugar en la historia que los criminales de lesa humanidad del nazismo liderado por Adolf Hitler. Pero tienen algo peor. Los nazis ocultaban o trataban de ocultar el genocidio que cometieron. Los depredadores que invadieron el territorio de Israel, se regodearon con sus atrocidades y las filmaron con sus cámaras go pro para después subir esos videos a las redes sociales. Es tristemente célebre el audio donde uno de los atacantes llama por el teléfono celular a sus padres para decirles que asesinó a diez judíos con sus propias manos y recibe a cambio, la bendición de su padre y su madre.
Hamas no solamente demuestra su fascismo extremo jihadista con sus intenciones escritas o con sus videos. Desde hace décadas lo llevan a la práctica con atentados brutales y asesinatos contra civiles desarmados. Y no solamente contra los judíos. Contra todo lo que ellos consideran infieles. Pasó en las Torres Gemelas y contra el escritor Salman Rushdie; en Nueva York, en Atocha en España; en Bataclán y Charlie Hebdó en Francia, entre otros lugares. Los dólares manchados de sangre, el armamento sofisticado y la ideología totalitaria de los ayatolas la pone Irán. Los que comparten el mismo odio y la misma metodología son los hutíes en Yemen, Hezbollah en Líbano y las brigadas chiítas en Irak, entre otros grupos, uno más irracional que otro.
Por eso, en muchos países en general pero en Argentina en particular, todos los templos para rezar y todas las escuelas para educar, tienen pilotes de acero o de cemento en el frente. Para protegerlos de coches bomba o explosivos como ya ocurrió en la AMIA y en la embajada de Israel. Como contracara, hay que decir que el estado de Israel no apela a atentados terroristas para defenderse. Y jamás apunta contra civiles, salvo errores o que los criminales de Hamás, utilicen, como suelen hacerlo, a los gazatíes como escudos humanos. Utilizan hospitales, escuelas y mezquitas como cuarteles generales. En ningún lugar del mundo, nunca hubo un ataque contra una escuela o una mezquita. Jamás. Ninguna mezquita en el mundo tiene pilotes de acero en la puerta.
Son muchos los países árabes que rechazan a Hamas y a todos los escuadrones terroristas. De hecho hay manifestaciones a favor de los terroristas en importantes ciudades occidentales, pero nadie los apoya en las calles de Arabia Saudita, Emiratos, Jordania, Egipto, Barhein, entre otros. Son los países que añoran los Acuerdos de Abraham que es una apuesta a la paz duradera y al progreso y colaboración de toda la región.
Por eso aquí no fomentamos de ninguna manera la islamofobia. Todo lo contrario. Rechazamos todo tipo de discriminación.
La lucha no es contra los árabes. Es contra los terroristas de todo tipo, más allá de su religión o ideología. Son los clérigos del gobierno de Irán los que fomentan la eliminación de los valores judeo cristianos de occidente.
Las primeras víctimas de la dictadura de Hamás son los habitantes de Gaza. Los someten a la miseria eterna y los sojuzgan y los paralizan con el miedo como herramienta. En lugar de construir infraestructura para el progreso de la sociedad, Hamás utilizó las montañas de dinero que le envían desde el exterior para cavar más de 400 kilómetros de túneles para sus ataques a Israel.
Pasado mañana se cumplen dos años del terrorismo de estado que invadió el territorio israelí y desató una cacería humana que asesinó a más de 1.200 personas y secuestró a más de 250. La inmensa mayoría eran civiles y estaban durmiendo en sus casas o estaban bailando en la fiesta por la paz de Nova.
Los nazis que gritaban “Allahu Akbar” es decir “Alá es grande”, cometieron crímenes de lesa humanidad. Es el mayor asesinato de judíos desde el Holocausto.
Utilizaron todas las formas del salvajismo, el odio infinito y la crueldad, Asesinaron a padres delante de sus hijos y a hijos delante de sus padres. Violaron mujeres. Quemaron bebes. Decapitaron, mutilaron e incineraron a personas de 25 nacionalidades.
El documental “Bibas, asesinados por ser judíos” cuenta como se ensañaron contra seis integrantes de la familia que la noche anterior estaban celebrando el Shabat. Solo sobrevivió uno: Yarden, el padre de los dos coloraditos, Kfir y Ariel que tanta ternura y empatía generaron solo en un parte de la población mundial. Los 5 restantes, 4 de ellos argentinos, de tres generaciones fueron masacrados. A los abuelos, el argentino José Luis Silberman y su esposa, la peruana Marguit, los incineraron en su propia casa. Solo pudieron ser reconocidos por antropólogos que encontraron su ADN en un pedacito de diente y en un fragmento pequeño de cráneo.
Su hija, Shiri y sus dos hijitos fueron arrancados de su casa y tomados como rehenes en los túneles del horror de Gaza. Sus restos volvieron a Israel en un solo féretro, con sus cuerpos desgarrados y apedreados. Una ferocidad y un fanatismo imposible de imaginar. Yarden, que padeció torturas inhumanas durante su cautiverio de 480 días, apoyó su cara sobre el cajón y entre rezos, les pidió que lo cuidaran y no permitiera que cometiera locuras.
Historias dramáticas que no se pueden olvidar.
Hoy la buena noticia es que hay una brisa de esperanza. Ojalá se confirme y en medio oriente se pueda vivir en paz, diversidad y libertad. Ojalá.