El voto bonaerense castigó a Milei: triunfo aplastante del peronismo y el regreso de Cristina al centro de la escena

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Cómo el gobierno sembró su derrota y revivió al kirchnerismo


Las urnas bonaerenses dejaron un mensaje contundente el domingo 7 de septiembre: Fuerza Patria (FP), el frente peronista que conduce Axel Kicillof, obtuvo una victoria arrasadora con el 47,27% de los votos, contra el 33,71% de La Libertad Avanza (LLA), aliada del PRO. Con el 99% del escrutinio oficializado, la diferencia de trece puntos —más de un millón de sufragios— se transformó en un golpe político demoledor. Lo que debía ser un plebiscito de respaldo a la gestión de Javier Milei terminó convertido en un boomerang electoral que reanimó a un peronismo que parecía en retirada.

La elección legislativa renovó 46 bancas en Diputados y 23 en el Senado bonaerense, un tablero que suele anticipar tendencias nacionales. FP se impuso en casi todas las secciones: en la Primera logró 47,51% frente a 36,96% de LLA, y en la Tercera arrasó con 53,94% contra apenas 28,47%. En la Quinta Sección, más disputada, LLA llegó a 41,86% contra 37,43% de FP, mientras que en la Octava, el peronismo volvió a imponerse con 44,08% frente a 36,52%. La participación fue baja —apenas 61,21%—, un reflejo del desencanto ciudadano y del abandono del electorado moderado que había acompañado a Milei en 2023. Los votantes castigaron con dureza la alianza con el PRO, que lejos de sumar, terminó espantando al centro republicano.

En el búnker de La Plata, la euforia fue total. Antes de hablar, Kicillof hizo escuchar un mensaje grabado de Cristina Fernández de Kirchner, que en tono desafiante aseguró: “A pesar del lawfare, el pueblo bonaerense demuestra que la memoria y la justicia social están vivas”. La expresidenta, condenada por corrupción, volvió a posicionarse como referente. Kicillof, a su turno, habló de “victoria aplastante”, agradeció a Cristina y a Sergio Massa, y apuntó contra el gobierno: “Las urnas le hablaron claro a Milei: no se puede gobernar con odio, maltrato e insultos”. El gobernador cerró con un reto directo: “Espero que el presidente me llame mañana; es imperioso reunirnos”.

La derrota bonaerense encendió alarmas en todo el país. Gobernadores de distintos signos coincidieron en que el ajuste de Milei era insostenible. Maximiliano Pullaro (Santa Fe) fue tajante: “Sin obra pública no hay futuro; octubre será un plebiscito contra el ajuste”. En la misma línea, Ricardo Quintela (La Rioja) y Sergio Ziliotto (La Pampa) reclamaron “federalismo y racionalidad”, denunciando que la motosierra libertaria solo trasladaba pobreza a las provincias.

Desde la Casa Rosada, Milei intentó minimizar el golpe: “Perdimos en el feudo kirchnerista, pero crecimos respecto a 2023”, declaró en cadena nacional. Sin embargo, sus palabras escondían tensiones internas. La frase “falló la política” fue interpretada como un pase de factura hacia Karina Milei, Lule Menem y Martín Menem, responsables de la campaña y mencionados en audios filtrados que los vinculan con supuestos manejos irregulares de fondos sociales. En el escenario, Milei estuvo rodeado solo por su hermana y un puñado de leales; la ausencia de dirigentes del PRO y de Mauricio Macri fue evidente.

El trasfondo económico y social también explica el voto castigo. Si bien la inflación descendió en 2025 —alrededor de 120% interanual—, los salarios se desplomaron un 25% en poder adquisitivo y la pobreza trepó a más del 55%, según cifras independientes. Los jubilados perdieron un 30% de sus ingresos reales y los recortes a la discapacidad dejaron a miles en la indigencia. Milei creyó que la disciplina fiscal podía sostenerse con crueldad, pero terminó erosionando el apoyo republicano que lo había votado para terminar con los excesos del kirchnerismo.

El balance político es demoledor: el oficialismo desperdició su capital en peleas internas, gestos performáticos y un ajuste sin empatía. El PRO, que apostó a subirse al carro libertario, no hizo más que hundirse con él. El resultado: un peronismo revitalizado, con Kicillof fortalecido y en carrera hacia 2027, mientras Milei se enfrenta a un escenario de aislamiento político.

El mensaje final de las urnas bonaerenses fue claro: basta de extremos. La sociedad no rechaza la disciplina fiscal ni las reformas, pero exige que vayan acompañadas de instituciones sólidas, obra pública estratégica y sensibilidad social. Lo que ocurrió el 7 de septiembre no fue un accidente, sino una consecuencia. En la provincia más poblada del país, millones de votantes recordaron a la dirigencia que el poder se construye con empatía, no con soberbia. Y cuando la política se olvida de esa premisa, el pueblo devuelve la lección en las urnas.