En estos tiempos de cólera y disgregación social, me gusta citar un pensamiento de Mahatma Ghandi porque, me parece, es el ADN de la dignidad:
“Mañana tal vez tengamos que sentarnos frente a nuestros hijos y decirles que fuimos derrotados. Pero no podremos mirarlos a los ojos y decirles que viven así porque no nos animamos a pelear”. Este domingo, una vez más, el cuarto gobierno kirchnerista va a intentar apropiarse de una fecha patria como el 9 de julio. La quieren utilizar como campaña electoral y para mostrar una falsa unidad de hipócritas y fracasados. El relato que inventaron es que con el gasoducto, logramos la independencia energética. Y como si esto fuera poco, a esa obra monumental y muy útil la bautizaron Néstor Kirchner, el rey de las coimas en la obra pública junto a Cristina. Pero no debemos permitir que nos roben la escarapela de nuestro corazón y de nuestras convicciones.
Independencia, igual que libertad, son palabras benditas para los que creemos en la democracia republicana. Las palabras malditas que lamentablemente están resurgiendo, son hiperinflación, autoritarismo, corrupción, cepos de todo tipo y asaltos a la justicia y la división de poderes. Ser independientes hoy es aferrarnos y respetar a nuestra biblia laica que es la Constitución Nacional.
Pasado mañana se cumplirán 207 años, desde que empezó a funcionar el Congreso de Tucumán que sancionaría nuestra gloriosa y ansiada independencia.
Jorge Luis Borges lo sintetizó con su genialidad: Nadie es la patria. Todos lo somos.
La patria es el primer misterio inapelable. Se ama una tierra como propia y se quiere volver a sus entrañas…
Así dice uno de los textos más bellos y profundos que leí sobre la patria y que le pertenece a Julia Prilutzky Farny, una poetisa ucraniana, naturalizada argentina. Dice así: “Allí donde partir es imposible/ donde permanecer es necesario/Donde nunca se está del todo solo / donde cualquier umbral es la morada/ Allí donde se quiere arar y dar un hijo/ Allí donde se quiere morir… allí está la patria”.
A 207 años de la declaración de la Independencia hay una pregunta clave: ¿Qué significa ser independiente hoy? ¿Cuál es el contenido patriótico y ciudadano del día de la independencia nacional? Si nos miramos en el espejo de aquellos hombres hay que decir que el apellido de la independencia es la libertad. Y que hoy más que nunca deben ser los pilares de una sociedad mejor para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Un país mejor, más justo, más igualitario, con menos pobres y desocupados y con más honradez y diálogo. Un país en el que solo queden afuera los corruptos, los autoritarios y los golpistas. ¿Es tan difícil comprender lo simple? Millones de argentinos de buena voluntad quieren construir ese país. Eso es independencia. No depender de nadie, no ser cliente de nadie y no dejarse extorsionar por nadie. No arrodillarse ante nadie y no hacer arrodillar a nadie. Salir a la calle a trabajar, a estudiar, a protestar pacíficamente si es necesario o simplemente a pasear con nuestras familias y que no tengamos miedo de ser asaltados en pleno día o a que desvalijen nuestra casa mientras no estamos. Eso también es independencia. Opinar con respeto absolutamente de todo, con independencia de criterios, sin tutelajes ni censuras y sin que te manden la AFIP o los servicios de inteligencia para castigarte. Hay que superar los miedos y ejercer nuestra condición de ciudadano sin que Alberto, Cristina o Massa, te reten o te acusen de formar parte de una asociación ilícita o te digan miserable y canalla. O que odias a la Argentina. Así de simple y de complejo. Debemos rendirle homenaje a ese Congreso de Tucumán que sancionó nuestra gloriosa y ansiada independencia. Es el día más importante de la patria. El día del parto. El alumbramiento de esto que somos. Es el día más feliz de la historia de los argentinos. Nacimos como Nación. Dimos a luz. Ojalá la patria tenga todos los días felices que le deseamos, cada vez que decimos con orgullo: Feliz día de la patria. Thomas Elliot decía: “No somos eternos. No nos queda otra que se intensos. Solo aquellos que se arriesgan a ir demasiado lejos, pueden descubrir que tan lejos pueden llegar”.
Por eso hoy más que nunca la patria nos necesita a todos los argentinos que apuestan a la paz, la democracia, la libertad y las manos limpias porque jamás tocaron dinero ni bienes ajenos. Debemos confirmar todos los días que un hombre que grita hace más ruido que mil que callan, como dijo San Martín. Y sobre todo, comprender que la victoria de los malos es producto de la cobardía de los buenos.
Hoy más que nunca tenemos que construir esa patria que soñamos. Sin déspotas ni cadenas. Es decir, sin corruptos ni autoritarios ni golpistas. Oíd Mortales, el grito sagrado: Libertad, libertad, libertad y ¡¡¡Viva la patria, carajo.
Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre