La guerra del clan Moyano es una de las noticias más importantes de estas horas. La grieta entre el hijo mayor, Pablo y su padre, Hugo Moyano, nunca fue tan profunda y tan pública.
Hace tiempo que esa relación venía crujiendo en ese peligroso modelo sindical mafioso y extorsionador.
Pero la implosión del clan y su fractura expuesta, pudo verse a través de un video que nos hace correr frío por la espalda.
Esa batalla campal ocurrió este fin de semana en un torneo de fútbol interno del gremio de Camioneros en el club Argentino de Merlo. No hubo muertos por milagro. Pero el salvajismo con que se pegaban trompadas y patadas en el suelo entre compañeros del gremio fue brutal.
La bronca viene desde hace mucho. Hace un año, el detonante fue la renuncia de Pablo como integrante del triunvirato que conduce la Confederación General del Trabajo. Había propuesto multiplicar la intensidad y la cantidad de medidas de fuerza contra Javier Milei y terminar con un paro general que hiciera tambalear al gobierno. Pablo Moyano no se caracteriza por ser un fino estratega. Cinco meses antes había declarado que “el gobierno no pega una, va de derrota en derrota”. Y antes, había dicho que “Milei es el hazmerreír del mundo”.
Sus cálculos fallaron y sus compañeros de la CGT le dijeron no a su idea explosiva. Pero esto no fue todo. Su propio padre, el caudillo del sindicato de Camioneros, lo desautorizó en un minuto. Lo vació de poder.
Pero ayer el motivo que desencadenó todo, fue la crisis económica profunda que tiene el gremio. Sueldos atrasados o en cuenta gotas en la Obra Social y en la mutual. Todo indica que ambas están quebradas mientras los Moyano viven como magnates. Pero hubo algo peor. Hugo sacó del medio a dos estrechos colaboradores como el secretario administrativo Claudio Balazic y el tesorero Paulo Villegas. Es que ambos están siendo investigados por la justicia en Mar del Plata por un manejo oscuro y al parecer corrupto, de 10 millones de dólares del lujoso hotel que tiene el gremio.
Y la causa se inició por una denuncia del Héctor “Yoyo” Maldonado, lugarteniente de Moyano padre.
Esto desató una especie de pelea de todos contra todos. Pintadas que dicen “Pablo, los trabajadores te necesitamos”.
Otra que decía: “Aparicio, deja de robarle a Moyano” Panfleteadas anónimas contra Liliana Zulet, la esposa de Hugo y todo tipo de tiros por elevación. Aparecieron carteles en dos sanatorios del gremio que no han cobrado sus salarios en tiempo y forma. Dicen: “No te tenemos miedo, Zulet. Paga”.
Una guerra desatada que, el fin de semana, tuvo su cuerpo a cuerpo, bien al estilo patotero que instalaron los Moyano. Incluso, se registró la presencia de varios integrantes de barras bravas futboleras. Los Moyano fueron los campeones de los bloqueos violentos a empresas y los más agresivos en sus exigencias. Esa metodología antidemocrática se les metió adentro de su propia organización.
Hugo cumplió 81 años en enero. Tuvo que superar algunas enfermedades pero nunca quiso que Pablo fuera su heredero. Lo considera extremadamente violento, inmanejable e irresponsable. Por algo su apodo es “El Salvaje”. Y eso que Hugo Moyano no es precisamente una carmelita descalza.
Pablo tiene 40 años y es hijo de la primera esposa de Hugo. Y aquí también esta uno de los motivos de tanto enfrentamiento entre padre e hijo. No es solo una cuestión de temperamento. No es solamente una cuestión afectiva, es efectiva. Estamos hablando de plata y de poder. En su momento, Pablo abandonó la titularidad de la empresa aseguradora. También la de la asociación que nuclea a los transportistas propietarios y lo más importante, dejó la obra social que es controlada por una empresa llamada Iarai. Pero la empresa que la gerencia tiene ganancias millonarias. Esa empresa es dirigida por los hijos de Liliana Zulet, la actual esposa de Hugo Moyano que, insisto, no es la madre de Pablo.
Dicen que hay cuestiones muy extrañas. Manejos sospechosos. Negociados groseros. Nadie descarta vaciamiento y corrupción aunque Hugo mire para otro lado.
En la CGT y en su familia no se bancaron que Pablo, alguien bastante limitado en su formación, se haya acercado tanto a Máximo Kirchner, Juan Grabois y otros integrantes del ala más chavista del kirchnerismo.
Pablo es el patrón del mal. Nadie lo puede parar. Ni sus propios compañeros de la CGT, que le tienen pánico. Ni su padre que apenas murmura: “Ya saben cómo es Pablo”.
Los Moyano tal vez sean en sí mismo una síntesis de lo peor de la Argentina. Lo dicen las encuestas. Lenguaje cargado de pólvora y amenazas. Su metodología es la patota y la extorsión de los bloqueos que han fundido cientos de Pymes.
No pueden explicar su fortuna.
Nunca hicieron una licitación. Hugo Moyano se daba el lujo de decir a cara descubierta que no querían perder tiempo en licitaciones porque la empresa de su esposa siempre era la más barata.
Los Moyano fueron a Independiente y lo quebraron económica, futbolística y culturalmente. Fueron cómplices de las barras bravas en negociados corruptos que todavía tienen que explicar ante la justicia.
No quiero generalizar porque el que generaliza discrimina y porque conozco gremialistas honestos, pero hay una mayoría de jerarcas que son millonarios y que hace más de 30 años que están atornillados a sus cargos. Se perpetúan. Tienen reelección eterna. Viven como magnates con fortunas que no pueden explicar. Se resisten a presentar declaraciones juradas pese a que son muy sospechosos los manejos que hacen del dinero de las obras sociales que son fondos públicos.
Es un sindicalismo que funciona como dique de contención del progreso argentino. Los representantes de los trabajadores deben defender los intereses de los empleados. Ese es su rol en la sociedad y en la democracia. Pero estos extorsionadores defienden sus intereses y privilegios personales. No hay en ningún país del mundo dirigentes como estos que se apropian para siempre de los gremios. Argentina tiene muchos problemas que resolver. Uno de los más importantes es hacer más flexible la contratación de trabajadores y evitar las reelecciones eternas, los abusos sindicales y la industria del juicio que producen los Moyano y compañía. Son necesarias nueva leyes y reformas que nos hagan tener un sistema más parecido al resto del mundo que funciona. Hay que frenar a esa mafia. Son la etapa superior de la casta.
Editorial de Alfredo Leuco en LN+



















