No financiar la soga que nos ahorca

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Fue una de las frases que resumió gran parte de los motivos de un tractorazo tan masivo. El documento que leyeron en Plaza de Mayo decía: “No estamos dispuestos a financiar la soga que nos ahorca. No necesitamos que nos den una mano. Queremos que nos saquen las dos de encima.”. Un lenguaje sencillo que expresa el hartazgo de gran parte del mundo laboral, rural y urbano.

El talento de Héctor Huergo lo puso en números para que todo el mundo lo entienda.

“Si el valor de la cosecha actual es de 40 mil millones de dólares, el gobierno se queda con 20 mil, vía tipo de cambio y con 10 mil por las retenciones”. Está todo dicho. Eso se llama confiscación o expropiación.

En los últimos 20 años, el estado nacional se quedó con 100 mil millones de dólares por retenciones y nada de eso volvió al campo porque no son coparticipables.

Como si esto fuera poco, en lugar de utilizar esa fortuna descomunal en producir fuentes de trabajo, en fortalecer la educación o en mejorar la infraestructura para la actividad, los Kirchner, quemaron esos fondos en el altar del más brutal de los populismos.

¿Hacen falta más datos para comprender la masividad de la protesta de los productores agropecuarios que recibió el apoyo y la solidaridad de miles que viven en la ciudad?

Un trabajo de FADA (la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina) lo dice todo. De cada 100 pesos de la renta agraria, los estados nacionales, provinciales y municipales se quedan con 64,9 pesos. Hablamos de los cultivos de soja, maíz, trigo y girasol.  Eso pisotea cualquier brote de crecimiento con inclusión. Expulsan las inversiones. Castigan al que trabaja. Así le va a este gobierno en descomposición que agravó todos los problemas y no resolvió ninguno.

Gabriela Cerruti, salió al cruce pero estuvo floja de argumentos y de papeles. Sus tuits lamentaron que “dirigentes de Juntos por el Cambio, que se proclaman republicanos hayan encabezado una manifestación cuyo documento final caracteriza al gobierno legítimamente elegido por el pueblo, como vándalos y usurpadores”.

Cerruti debería recordar que la primera dirigente que trató de usurpador y okupa al presidente Fernández fue Fernanda Vallejos, una de las voceras que dice lo que Cristina, por ahora no puede decir. Y además le dijo mequetrefe y otros insultos. Y si la memoria la ayuda, tal vez tenga presente los actos de su espacio en los que gritaban “Macri basura/ vos sos la dictadura” y meneaban como expresión de deseo un helicóptero amarillo. Soñaban con un Macri, legítimamente elegido por el pueblo, escapando por los techos en helicóptero como hizo Fernando de la Rúa. Por suerte para las instituciones republicanas, no lo consiguieron.

Todo lo contrario. Este sábado, se repartieron diez mil ejemplares de la Constitución Nacional y se exigía una justicia independiente. Más democrático y pacífico no se consigue.

¿En qué planeta vive, Cerruti?

Si el gobierno de los Fernández insiste en humillar y descalificar a la agroindustria, seguirá profundizando su decadencia. Su odio y su ideologitis se les vuelven en contra.

Sobre todo porque el campo es al gran motor del crecimiento y la única fábrica genuina de dólares que tiene el país. Deberían pensarlo dos veces antes de tirarle la cola al león nuevamente. La rebelión de los mansos ya demostró que cuando le mojan la oreja una y otra vez, reacciona de manera pacífica pero contundente. Cristina bebió de esa amarga medicina.

Durante la guerra que le declaró al campo, durante la tristemente célebre 125, se cansó de decirles “agrogarcas, piquetes de la abundancia y golpistas”.

Pero fueron los que trabajan en la tierra y con la tierra los que le propinaron una triple paliza política. En las calles, en el Congreso y en las urnas.

Primero, en la calle. Gigantescas manifestaciones de protesta que se realizaron en el Monumento a la Bandera de Rosario y en el Monumento a los Españoles en la Ciudad de Buenos Aires.

Después, en el Congreso. Con el famoso voto no positivo de Julio Cobos que derrumbó definitivamente el delirio de seguir metiendo la mano en el bolsillo de los chacareros en forma eterna.

Y finalmente, en las urnas. Con aquella derrota electoral que les propinó casi un recién llegado a la política como Francisco de Narváez. Y eso que en la boleta que lo enfrentó iban Néstor Kirchner, Daniel Scioli, Sergio Massa y Nacha Guevara. Esto explica muchas cosas. La reacción de Cristina fue cargada de ira. Quiso renunciar. “Este pueblo no nos merece, Néstor”, fue su comentario. Dicen que lo único que la calmó fue un llamado de Lula que la hizo entrar en razones.

Tal vez por eso muchos carteles y muñecos inflables reclamaban la cárcel para Cristina. Todos apuntaron contra la corrupción de estado y en contra de todo tipo de impunidad.

Otro fragmento del documento del tractorazo planteó que “No somos ciegos, las necesidades existen. Pero las necesidades son infinitas y los recursos escasos son limitados. No se puede seguir cargando al burro que mueve la noria y menos comérselo”.

Un gran luchador del interior profundo, Humberto Volando, sintetizó este conflicto como nadie: “Argentina se recuperará con el campo, nunca sin el campo y menos aún, contra el campo”.

Quien quiera oír que oiga.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre