En qué te han convertido, país

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“Coplas de mi país”, es un viejo tema que cantaba Piero. En su estribillo repetía el dolor por tanto desgarro: “Ay país, país, país”. Era como un responso en pleno funeral. Hoy podríamos repetir alguna de sus palabras. En esta Argentina atormentada y en medio de una tormenta feroz, nos podemos preguntar: ¿En qué te han convertido, país?

Me estoy muriendo de frío/ con la bronca en la voz/ porque a esta puerta del río/ le apuñalaron el sol. Tanta razón hay en ese rezongo. Las cosas se cuentan solas, solo hay que saber mirar. ¿Cómo contar lo que pasa con mi gente y su pobreza, con mi gente y su tristeza?

En 14 de los últimos 18 años gobernó el kirchnerismo y los resultados son aterradores. Como el pez se pudre por la cabeza, comienzo con los grandes irresponsables de todo lo que nos pasa. Alberto, un presidente que no preside, se rindió incondicionalmente y se lo ve abatido, quebrado emocionalmente y hasta sin energía para reaccionar. Cristina es la madre de todos los fracasos y encima, parece disfrutar de haber convertido a su títere en un trapo de piso que se arrastra a sus pies. Hay chavismo ideológico, metodología mafiosa pero hay una maldad inconmensurable que siembra odio, que todo lo divide y que ya no sabe cómo evadir la celda que la espera al final del camino.

¿En qué, te han convertido, país?

Han destruido todo y ni siquiera sienten el calor de las llamas que los acechan. Fueron a buscar una ministra en la mesa de saldos y retazos. Batakis, frívolamente castrista, disparó munición gruesa contra los enemigos de la patria que pretenden viajar al exterior y con eso destruir las fuentes de trabajo. Esa idea nefasta y jurásica, colisiona contra la Constitución Nacional y contra la libertad. Alberto, en su soledad de palacio, tiene la caradurez de decir que los problemas son porque estamos creciendo mucho. Nos trata como tontos pero el tonto es él. El ciudadano padece la realidad todos los días. ¿En qué, te han convertido, país?

El único crecimiento es el de la inflación descontrolada, el dólar que vuela, la pobreza, el riesgo país, la inseguridad galopante, la mirada siempre a favor de los delincuentes de todo tipo y la admiración por los países en donde más se violan los derechos humanos.

Estamos ante un gobierno que casi no tiene aciertos para exhibir. Son provocadores porque además de mentirle a la gente, les faltaron el respeto.

Ay país, país. No tienen otra propuesta que convertir a la Argentina en un gigantesco coto de caza de pobres y clientes. No les interesa el progreso ni el mérito. Son magos mediocres e ignorantes que confían en fabricar billetes hasta producir un tsunami de papeles pintados. Cristina quiere un estado que sirva para darle limosna eterna a sus votantes y una justicia que le otorgue una medalla a su honestidad en lugar de mandarla presa por todo lo que robó durante tanto tiempo.

Los inmorales nos han igualado, dice el tango que podría ser un himno. El que no afana es un gil. Ladrones condenados por la justicia como Amado Boudou, Julio de Vido, Milagro Sala y siguen las firmas, dan cátedra, son ovacionados por la tropa cristinista y envían la peor de las señales: el que no afana es un gil.

¿En qué, te han convertido, país?

Lo han perforado por todos lados.

No existe en el mundo un lugar donde haya cientos de cortes de calles y de rutas todos los días. Pero todos los días de verdad. Dónde los gerentes de la pobreza extorsionen a los gobernantes. Donde la mafia sindical es vitalicia, millonaria y patotera.

No existe en el mundo un lugar donde el estado queme nuestro dinero, el que aportamos los que producimos y trabajamos. Tiene 33 empresas, con 90 mil empleados y un déficit operativo de más de 3.700 millones de dólares. Le doy un solo ejemplo: la mina de carbón de Rio Turbio factura 47 millones y gasta más de 11.800 millones de pesos. A esa estafa social que les mete la mano en el bolsillo a los que más necesitan, el cristinismo la llama “Soberanía”.

Como si esto fuera poco, está latente una violencia política que tiene el dedo en el gatillo. Es lo peor que nos podría pasar. Que las bandas delictivas dentro del poder resuelvan sus diferencias profanando la paz social. Que las amenazas y extorsiones pasen a la acción directa.

Alberto no se puede ni subir a la lona. Cristina hace exhibición de debilidad. No puede juntar los votos en el senado para su intento de colonización de la justicia y la Corte. Pero la sociedad también aparece sin demasiada reacción. Aturdida, tal vez. Desilusionada, con bronca y ganas de huir. Para este 9 de julio, está en marcha una convocatoria a un banderazo en todas las plazas de la Argentina para decir basta. Veremos si la respuesta es masiva. Ojalá. No hay mejor límite para la irracionalidad del nacional populismo chavista que la gente en la calle. En paz y con consignas claras. Hay cierto clima patriótico y los afiches tienen conceptos sanmartinianos: “Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

Que así sea.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio MItre