El tsunami Milei y el cristinismo roto

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Ayer habló el pueblo y Javier Milei apareció como un tsunami de votos que hizo una elección histórica por donde se la mire. Por lejos, fue el gran ganador de las PASO. Y el gran perdedor, el que fue arrasado por ese huracán leonino y por su propio gobierno desastroso fue el cristinismo. Esta es la principal lectura de lo que pasó. Pero vamos al análisis más detallado.

El anarco libertario se convirtió en el instrumento que canalizó la protesta, la queja y el hartazgo de millones de argentinos en general y de muchísimos jóvenes en particular. La desilusión con los dirigentes tradicionales es muy grande y Milei los desafió de entrada y los bautizó como “casta”. Fue un acierto de Milei. Leyó bien una demanda que había en un sector de la sociedad que nadie estaba representando. Y lo hizo a su manera, con un show de pelos revueltos, campera negra, gritos e insultos, vivando a la libertad carajo y diciendo que quiere despertar leones y no quiere que lo sigan corderos. No mucho más, solo con su hermana y algunos colaboradores, presentó ideas polémicas como la dolarización, inquietantes como cerrar el Banco Central y absolutamente delirantes como la venta de órganos o la portación de armas. A su favor se puede decir que su fenómeno tiene un aire de familia con Donald Trump o Jair Bolsonaro, pero sus resultados fueron más asombrosos todavía porque no tuvo el apoyo de un gran partido como el Republicano de Estados Unidos o los religiosos evangélicos de Brasil. Milei lo hizo solo, sin aparato y con la única apoyatura del PP, el Partido de las Pantallas, la televisión y las redes sociales. Milei es un nyc, un nacido y criado en la televisión y en Twitter. En su contra se puede decir que tiene reacciones absolutamente intempestivas, por momentos violentas y que demuestran cierto desequilibrio emocional. A veces se lo come el personaje. Nadie nunca antes había logrado ganar una elección presidencial primaria en tan poco tiempo. Nadie nunca antes había superado estructuras poderosas y vencer en muchas provincias inexpugnables a los señores feudales populistas. El que pega primero, pega dos veces y Milei pegó primero. Eso no significa que ya tenga ganadas las verdaderas elecciones presidenciales que son el 22 de octubre. Ahí se juega por los puntos y muchos de sus votantes cargados de ira ya se sacaron el gusto de pegarle un cachetazo al viejo sistema político. En las elecciones generales también se van a analizar otras cuestiones como la falta de equipos sólidos, su inestabilidad emocional y las promesas imposibles de realizar. No está todo dicho. De acuerdo al comportamiento de Juntos por el Cambio, Milei puede aumentar o disminuir su caudal electoral. Escucharemos a las urnas cuando hablen de nuevo.

El gran perdedor de ayer fue el cristicamporismo. Cristina, Máximo y su candidato Sergio Massa llevaron al peronismo secuestrado a la peor elección de su historia. Comenzó un fin de ciclo del kirchnerismo que hizo tanto daño durante 20 años. Massa logró una muy pobre cosecha de votos como castigo a un gobierno que no solucionó ninguno de los graves problemas argentinos y que multiplicó todos los dramas. Era casi lógico que tanta pobreza, tanta indigencia, tanta inmoralidad con las vacunas y la búsqueda de impunidad para Cristina fuera castigada por 7 de cada 10 argentinos que no quieren saber más nada con este Cártel de los Pinguinos Millonarios. Masivamente, la sociedad le sacó tarjeta roja a Cristina. Pero no solamente ella y sus talibanes fueron derrotados. También la vergonzosa CGT de los negocios y las patotas. Apoyaron a Massa en nombre del pueblo y el pueblo los castigó a ellos también. Algo parecido les pasó a los gobernadores cobardes y a los intendentes chupamedias. No entienden muy bien lo que está pasando porque viven encerrados en sus privilegios y en sus bóvedas cargadas de dinero ajeno. El Cristinismo se está pudriendo y despide un olor nauseabundo. Sin prisa pero sin pausa nos estamos acercando al ocaso de un relato que protegió a los delincuentes de adentro y de afuera y que premió la vagancia y castigó el mérito además de triturar los sueldos y los haberes jubilatorios. Si el peronismo que gobierna distritos se da cuenta, más temprano que tarde, comenzará a tomar distancia y a armar rancho aparte de La Cámpora. Podremos asistir a una atomización nunca vista y una reformulación del viejo partido de Perón sin el chavismo chanta del ladri progresismo. El único que salvó la ropa fue Axel Kicillof que, simultáneamente, quedó desnudo en sus limitaciones y aislado. Esta vez ganó pero el futuro aparece negro y si Juntos por el Cambio corrige la dirección de sus disparos y deja de producir fuego amigo, tal vez pueda ganar la gobernación con un voto de diferencia. La provincia de Buenos Aires es el único lugar en donde la delincuencia kirchnerista se puede refugiar con algún puestito, chofer y secretaria. Si ganan, convertirán a ese distrito en un aguantadero de malandras y si pierdan, sería el final de esta obra maestra del terror que inventaron Cristina y Néstor.

Juntos por el Cambio hizo una elección regular. Pagó muy caro dos cuestiones:

  1.  los zarpazos de Milei que le quitaron muchos votos porque comunicaron primero que hay que tirar abajo un modelo anquilosado, lejos de las necesidades de la gente y que funciona con burocracia y coimas.
  2. Las peleas internas entre Patricia y Larreta que sacaron trapitos al sol con excesiva agresividad y eso espantó a mucha gente que se sintió agraviada.

En ese espacio, la gran ganadora fue Patricia Bullrich y el gran perdedor fue Horacio Rodríguez Larreta. Patricia será la candidata presidencial y contó con el apoyo de Mauricio Macri que acertó tres plenos: apoyó a Patricia, a Jorge Macri y mantuvo una buena relación con MIlei. Patricia hizo una campaña austera, transparente y sin aparato. Cosechó lo que había sembrado con su discurso duro y por haber puesto el cuerpo en la calle en todas las protestas del movimiento popular republicano con sus ya legendarios banderazos. Horacio jamás estuvo presente junto a los reclamos de la gente. Elisa Carrió tampoco y ella también sale lastimada por esta derrota. Larreta perdió casi todo. Perdió en la Ciudad, en la casa de gestiona hace 8 años con bastante éxito, perdió con su apuesta incomprensible por Martín Lousteau, con haber cambiado de distrito a Diego Santilli. Larreta sufrió un castigo muy fuerte en las urnas producto de su mala lectura. Intentó girar hacia el centro y propuso buscar consensos con el peronismo no kirchnerista y no supo ver ese rechazo muy masivo que hay hacia los dirigentes más tradicionales que están tan coucheados que repiten siempre lo mismo y que prefieren más los acuerdos de cúpulas que transitar las calles con los ciudadanos y construir poder desde abajo y no desde arriba.

Las urnas, ayer dijeron mucho, pero no dijeron todo. Los tres candidatos a presidente, Milei, Patricia Bullrich y Massa están muy cerca en los porcentajes y todo puede cambiar. Mucha gente no votó y mucha gente puede recalcular su voto. El que la tiene más complicada es Massa que encima tiene que atajar el terremoto económico auto generado. Milei y Patricia van a pelear voto a voto por el mismo universo. Van a pesar en el mismo océano del centro a la derecha. Quien hubiera imaginado ese corrimiento ideológico de la sociedad. Es que una mayoría se hartó del infantilismo ineficiente y las ideas jurásicas del ladri progresismo. Cristina lo hizo. No fue magia. Fue mafia.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre